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Acerca de la política social. Notas de investigación para su discusión (página 2)




Enviado por C�sar Barrantes



Partes: 1, 2

En los años '60 una propuesta de superación: la
creación de equipos interdisciplinarios, intentó
suturar los vacíos teóricos anteriores acudiendo al
uso de modelos
intersectoriales.

Inversiones Sociales: Sí bien esta noción
surgió en los años '40, no fue sino hasta los '60
que ganó legitimidad internacional. Las inversiones de
capital
transustanciaron las actividades de mejoramiento social. Ligadas
a una visión más estética y diluida de lo-social, en
inversiones productivas al servicio del
incremento de la tasa de ganancia y por ende del mejoramiento de
la situación económica. De allí que las
acuñaciones "inversión en recursos
humanos", "inversión en infraestructura social" y
otras, legitimaron al capital como gestor universal del desarrollo
social.

Sus metas se lograrían mediante planes sectoriales
dotados de legislación, administración y recursos humanos
eficientes.

Lo-Social como Globalidad: Con este término se
pretendió en los años '60, superar las concepciones
de lo-social que van desde el vacío ignoto del economismo
(neo)clásico hasta la entidad interdependiente de
lo-económico, pasando por las de un "algo" pasivo y
refractario el cual, en virtud de su aumento de peso y volumen, fue
constituyéndose en un organismo absoluta­mente
resistente al Desarrollo
Económico v Social.

Este paso en la evolución terminológica del pensamiento
latinoamericano concibe a lo-social ya no como lo que no es
económico, público o privado, sino, como TODO lo
que pertenece a la sociedad, lo
colectivo, lo societal. La economía ES una ciencia social
y todos los aspectos del cambio,
desarrollo y
crecimiento de las sociedades son
parte de un proceso global
integrado. Las acciones de
uso colectivo, desde alcantarillas hasta escuelas y desde
ferrocarriles a hipódromos son, por lo tanto,
SOCIALES.

La Pobreza: Esta denominación antinómica
del bienestar humano tomó cuerpo con la recesión
mundial iniciada en 1967-68 y el segundo redespliegue industrial,
en el transcurso de los cuales las economías de la
Región se reinsertaron al orden transnacional hegemonizado
por el capital monopólico central.

Los años 70-80 testifican el fracaso de los modelos
económicos de desarrollo y los ensayos de
instaurar un capitalismo
nacional autónomo en Latinoamérica e integrar esta sobre la base
de la sustitución de importacio­nes.

La agudización del deterioro progresivo de las
condiciones de vida de las clases populares y la recesión
política
impuesta por los regímenes burocrático-autoritarios
(O'Donnell 1982) o autoritario-modernizantes (Graciarena 1984),
obligaron a buscar explicaciones que no pudieron ser dadas por
los enfoques de la dependencia, el estructuralismo, el funcionalismo y
la ortodo­xia marxista.

La pobreza como
objeto de estudio deriva de la estrategia de los
organis­mos internacionales preocupados por el pago de la
Deuda Externa
v el impacto de la crisis
estructural en el nivel de vida de la población de mas bajo ingreso.

Los estudios auspiciados conforman un enfoque no sectorial de
lo-social interesado en darle un rostro humano al redespliegue
capitalista (Cornia, Jolly, Steward 1987) y justo es reconocer,
algunos han llamado la atención sobre la necesidad de contar con
soportes teóricos e institucionales más integrados
y totalizantes que los utilizados por el enfoque
sectorialista.

No obstante su preocupación genérica por la
promoción social y el énfasis dado
al empleo e
ingreso -en tanto recursos de sobrevivencia y satisfacción
de necesidades asociadas a las condiciones mismas de vida de los
distintos estratos de la pobreza– las
limitaciones teóricas y metodológicas determinaron
que dichos estudios se realizaran, al menos inicialmente, con una
visión geoespacial de economía cerrada centrada en
comunidades rurales y, más recientemente, en áreas
urbanas en las que las condiciones de existencia son muy
restrictivas.

Su sesgo tecnocrático y neoasistencialista como
contracara del desarrollismo economicista, los llevó a
atribuir virtudes sociales a las unidades territoriales y a
ocultar las redes del poder que
dinamizan los procesos
sociales, políticos y económicos en una determinada
formación geoespacial.

Abordados desde muy diversas perspectivas disciplinas y
referentes empíricos, han intentado desde medir los grados
de pobreza (Altimir 1979; Becaria y Menujin s.f.; CEPAL 1983)
hasta describir movimientos sociales de variada índole
(Jelin 1985), pasando por el estudio de las redes de la
economía solidaria (Razeto 1985; Hardy 1987), el modo de
vida marginal d los pobres (Lomnitz 1977; Jelin 1984), la
segmentación del mercado
("Demografía y Economía" 1981) y el
llamado más por persistencia que por pertinencia Sector
Informal Urbano (ILDIS-CEPESIU 1985; "Nueva Sociedad" 1987) y,
más recientemente, Sector del Trabajo por
Cuenta Propia (OIT 1990).

Enfoques alternativos al de las estrategias de
sobrevivencia y la informalidad abordan esta problemática
relacional desde la óptica
a) de un cambio no capitalista (Palma 1987), b) del rol de
la mujer y la
unidad doméstica (Bethencourt 1988; CENDES 1989 y 1990) en
la reproducción social de la fuerza de
trabajo (FT), c) desde el modo de vida y de hacer economía
pero también política y cultura las
clases populares (Barrantes 1989).

Baste lo anterior para distinguir varios espesores de
lo-social y dimensiones analíticas estrechas, ampliadas y
extensas subyacentes a las que corresponden diversas concepciones
de Estado y, por
lo tanto, de PS, las cuales están mediadas por relaciones
de poder que ordenan y dan significado a procesos y componentes
que adquieren sentidos de corto, mediano y largo plazo local,
regional nacional. Veamos:

a) Estrechas: Asistencia, bienestar, promoción y
seguridad
social con referencia a subsidios directos, educación, empleo,
vivienda, ayuda mutua alimentación y
salud.

b)  Ampliada: La suma de a) al cooperativismo, el desarrollo comunal, la reforma
agraria, la delincuencia,
los grupos
etáreos, la familia.

c)  Extensas: sumando a) y b) al urbanismo, la
ciencia, la tecnología, las
comunicaciones, la cultura, el deporte, la recreación
(VI Plan de la
Nación
de Venezuela); el
control del
precio de la
cesta básica, la promoción del consumo
colectivo y la defensa del consumidor
(Planes de Desarrollo 1974-78 y 1982-86 de Costa Rica).

Nos preguntamos si políticas
apropiadas por la economía y las denomina­das ciencias
ambientales, son tan sociales como los Derechos Humanos:
la relación obrero-patronal; el desarrollo territorial,
agrario, urbano, ecosistémico; los servicios
públicos eficaces, la reubicación de centros
poblados, y la democratización de la economía,
el Estado la
sociedad civil
y la propiedad.

II. LOS SESGOS EN LAS
CONCEPCIONES DE
POLÍTICA SOCIAL.

La definición conceptual y operativa de lo-social es
tan ambigua como la de la PS. Esta no se refiere al mismo objeto
teórico ni empírico en autores de similar
pensamiento y nivel de actuación. Su significado se mueve
desde el variado campo de la Planificación y la Política en sus
diversas formas, hasta la instrumental "Programación" de la-Tierra-de-Todos-y-de-Nadie del Bienes­tar, Asistencia, Promoción,
Seguridad y
Desarrollo Sociales.

Esto significa que la PS y lo-social a lo que se refiere, no
puedan ser reinventados como objeto unitario de la ciencia
social. Sólo habría que articularlos a un enfoque
no reduccionista ni mistificador de las relaciones significativas
del bienestar humano, las condiciones materiales de
los modos de vida de las clases sociales y los procesos de
naturaleza
sicosocial, económica, política, ideológica
y cultural de las sociedades latinoamericanas concretas.

Ante tal ambigüedad, identificamos once concepciones
relevantes de PS asumidas como sesgos, no obstante que de las dos
primeras se derivan las siguientes y algunas de éstas de
la anterior.

1) Es la acción
formal (carácter empirista) de un Estado reducido a
su aparato público, sujetado al mandato de una clase de la
que es el superinten­dente que interviene en
lo-económico y lo-social para asegurar el aumento de la
tasa de ganancia (para una critica, Barrantes 1986).

2) Es acción de bienestar humano con olvido de que el
Estado responde a demandas antagónicas tanto de las clases
subalternas como de las fracciones que personifican el
capital.

3) Es instrumento de un instrumento de la clase dominante
(Parodi 1986). El Estado crea instancias de
mediatización-cooptación de los movimientos
sociales en la esfera de la distribución (la producción es el ámbito de la
política
económica que. supuestamente, antecede a la PS), para
neutralizar la contradicción capital-trabajo.

4)  Es un hecho público por ser estatal
(carácter simplificador). Se olvida que los diversos
actores-sujetos con fuerza social o sin ella tienen su propia PS
dentro de su agenda de negociación del conflicto y el
consenso.

5)  Es acción legítima (carácter
normativista) de un Estado sin oponentes porque es a) un poder
opresor totalitario incontestable, b) una esencia benefactora que
EXCLUSIVAMENTE acepta razones para el logro del bien común
(carácter liberal).

6)  Es un proceso unidireccional que se formula,
planifica, ejecuta y evalúa con el criterio de eficiencia
administrativa (carácter tecnocrático). Cuando se
concibe como proceso social se confunde con Planificación
Social. Como proceso programático, se asimila a una
Programación Social más técnica que
política; como proceso político, su análisis privilegia la jerarquía
decisional de la Autoridad a la
que los técnicos deben asistir y apoyar; como proceso
técnico se diluye en un enfoque administrativista.

7)  Es un mecanismo redistributivo del ingreso
(carácter redistributivista tradi­cional: Graciarena
1976, que tiene tres variantes:

a) Olvidando el sistema generador
de los problemas de
cuya solución se encarga al Estado, como condición
para que el capital acelere su ritmo de acumulación,
satisface las demandas de aquellos en cuyo nombre se
institucionaliza (carácter vectorial).

b)  En aras de la justicia, el
bienestar y la igualdad
social mejora condiciones de vida y satisface necesidades
básicas (carácter finalista).

c) En aras de la democracia
económica, socializa los costos de la
estanflación mediante el acceso a la propiedad de un alto
porcentaje del capital accionario de algunas corporaciones
privadas (vgr., la legislación en USA sobre los fondos de
pensiones: Drucker 1976) y públicas (la cogestión
obrera; el Tercer Sector de Economía laboral; el
movimiento
Solidarista de Costa Rica y su leve tendencia no patronal).

8) Es un campo integral organizador de la sociedad
según la lógica
del capital (carácter economicista). Los problemas de la
acumulación a) se solucionan en la distribución
porque la producción crea su propia demanda y las
necesidades objeto de la PS. b) Le asignan a ésta la tarea
de consolidar la paz social (carácter funcionalizador)
dando prebendas, coaccionando, legitimando valores,
desactivando demandas, aumentando el control social de la
conducta;
tomando acciones para contener, desviar, retardar o diluir el
cambio radical (George y Wilding 1976), en especial mediante la
ampliación o restricción selectiva del gasto
público (Para una critica, Gough 1975), el incremento
tanto del consumo colectivo (Plan Nacional de Desarrollo 74-78 de
Costa Rica; Plan de la Nación
89-95 de Venezuela), como de la rentabilidad
en áreas prioritarias (la política urbana, las
medicinas. Topalov 1979).

9) Es toda acción activa del Estado para asegurar la
ley del
valor, la
producción de la FT y el modo de producción
capitalista (carácter productivo funcionalista. Brunhoff
1976; Gough 1981).

10) Negando la hipótesis de que el capital aúpa la
doble reproducción de la FT en América
Latina (Dierckxsens 1982), es el gasto social no rentable
mediante el cual el Estado atiende las necesidades disociadas de
la acumula­ción publica y privada del capital. Esto
porque se supone que para éste no hay equivalencia entre
valores de cambio y uso; por lo tanto, al reconocer sólo
necesidades asociadas al salario, asegura
sólo la reproducción básica de la FT que le
es indispensable, en tanto valor de cambio, para su propia
valorización (Topalov 1979). Así, la PS no es
más que un segmento de la política general Estado
al servicio de la reproducción de las clases
sociales (Greffe 1975).

En aras de esta reproducción
sistémico-funcionalista pesimista el Estado diseña
políticas de defensa, fomento y restitución de la
salud (Navarro 1978); inversión en capital humano
para que la FT acepte la subordinación al sistema de
puestos de trabajo jerarquizado (Bowles y Gintis 1981). Asimismo,
­opera políticas urbanas y de vivienda para asegurar
la explotación, la concentración de los medios de
producción, la centralización del capital y la
segregación de amplios grupos humanos (Castells 1980).

11) Para el estructuralismo cepalino de los '60, la PS es un
instrumento racional del estado que produce integración ciudadana mediante el consumo e
integración nacional vía los derechos humanos, es decir,
mediante la participación social promovida desde "arriba"
genera apoyo al modelo de
desarrollo. éste produce bienestar económico
mediante el aumento compulsivo de la tasa de ganancia, la
producción y la productividad.

     Si bien la CEPAL superó
lo-social como ente dependiente o aislado de lo-económico
puesto que toda política, aún la económica,
es social (carácter inclusivo), sólo intuyó
las determinaciones ideológicas, culturales y
políticas.

No obstante su confusión entre PS, política de
desarrollo y planificación global y sus reduccionismos
economicistas, productivistas, tecnocratistas, positivistas e
instrumentalistas activó a) los análisis
estructurales de lo-­social, la PS y los proyectos
nacionales de desarrollo. b) La creación de imágenes
de sociedad deseable y posible; de estrategias de impulso a las
aspiraciones nacionales hacia futuros sin fecha; y de
fijación de metas intermedias para su logro. c) El
ordenamiento de mecanismos institucionales y administrativos para
implementar las políticas del Estado (Para una crítica, Barrantes 1986).

III. ACOTACIÓN
CRÍTICA A LOS SESGOS Y REDUCCIONISMOS

1) La Concepción de Estado.

Hemos condensado un proceso complejo alimentado por diversas
corrien­tes de pensamiento y realizado desde la variada
práctica del intervencionismo estatal, llámese
éste Capitalismo Monopólico de Estado o Estado de
Bienes­tar, Estado Empresario o
Estado Productor.

Esta praxis tiene
en Latinoamérica determinantes históricos no
relaciona­dos con el carácter monopólico del
Estado. No obstante, las políticas del Estado se ven, por
lo general, como reflejo de la necesidad funcionalizante de una
entidad, cuya autonomía es tan precaria que nunca deja de
ser un instrumento más o menos inerte al servicio de una
confabuladora clase dominante.

El Estado es, pues, "el poder organizado de una clase para la
opresión de otra" (Parodi 1982). La ideología dominante es la de la clase que
detenta el poder de Estado para reproducir las relaciones de
explotación y dominio. Por lo
tanto, el determinismo entre posición de clase, proceso
productivo y características socioeconómicas,
sicosociales, antropológicas e ideológicas es
prexistente (González y Guzmán s. f.; CUO s. f. y
1983) a la constitución misma de los sujetos
históricos.

En consecuencia, no hay diferencia entre poderes de clase y de
Estado, entre el poder de una u otra fracción dominante ni
entre sujetos que se constituyen simbólicamente en el
plano político-ideológico y los que juegan su papel
en las relaciones DE y EN la producción, los cuales no
coinciden necesariamente.

Dicha concepción impide 1) estudiar al Estado, cuya
materialidad no es reductible a su aparataje institucional, como
una específica condensación de relaciones de poder
entre fuerzas sociales históricamente constituidas, 2)
pensar a) la politicidad-de-lo-político por cuanto
disuelve ésta en las mani­festaciones más
evidentes de una base económica de naturaleza
telúrica; b) la socialidad-de-lo-social cuya especificidad
conceptual tampoco puede ser diluida en el modo de
producción capitalista (MPC), aunque éste fuera el
único existente en las sociedades latinoamericanas.

Al concebir como iguales niveles de abstracción
diferentes, supone que a) el MPC determina hasta el reflejo
hormonal de quienes viven en sociedades estructuralmente
heterogéneas; b) no hay diferencia entre los referentes
teórico y empírico del sujeto biológico que
pertenece al mundo de los objetos animados y los del sujeto
social que se constituye simbólicamente y encarna las
contradicciones de la sociedad en cada periodo
histórico.

2) La definición de PS.

Alimentada por la visión instrumentalista y
economicista del Estado, una propuesta marxista-empirista desde
los años '70, se levantó contra los grupos para los
que la PS se reduce a la atención individual de la
clientela y/o al diseño
y ejecución de microproyectos comunales engarzados a
oficinas de Trabajo Social
(TS), como si éstas fueran la únicas unidades
finalistas de la acción institucional.

Aquélla, sostenida por la Carrera de Trabajo Social del
Occidente costarricense (1985), propone que el deber ser del TS
es la práctica de una PS directa, es decir, sin
mediaciones sociales de ningún tipo, con los grupos
populares a partir de sus carencias biosicosociales, lo cual
tiene varias implicaciones:

a) diluye la unidad relacional objeto-sujeto en una exacerbada
determina­ción en última instancia de
lo-económico;

b) refuerza la concepción equívoca de que la PS
es la acción del Estado para asegurar solamente la
reproducción de la FT;

c) desconoce cómo domina y gobierna la clase dominante
o hegemónica.

El Estado actúa contradictoriamente en un proceso
contradictorio: la reproducción. Por lo tanto, la
existencia de un mecanismo de respuestas a necesidades sociales
determinadas, no asegura su satisfacción automática
y funcional al sistema que las genera. Son los sujetos
constituidos en fuerzas sociales que dirimen sus asuntos en la
arena del Estado y sus aparatos, en la sociedad civil y el
escenario electoral, las que le imprimen sentido y significado al
modo de producir, circular y consumir la PS.

Dejando de lado la confusión que asimila PS a
Planificación Social y ambas a Programación Social,
tal como lo hace Lima (1982); asimismo, la que ve al TS como mero
instrumento de la PS, es posible elaborar conceptos estrechos y
amplios de éstas cuyas articulaciones no
puede afirmarse que están establecidas "a priori".

Los conceptos amplios si bien ganan en generalidad y
complejidad, pueden ser exagerados y hacerlos perder
especificidad. Todo podría caber en ellos -desde la
asistencia social hasta la comunicación
social (Guarino y Shlafrock 1974) y la informatización
de las relaciones sociales y el Estado mismo- y nada pudiera
caracterizarlos.

Los conceptos estrechos pueden connotar sesgos y simplismos;
no obs­tante, permiten cualificar la especificidad de su
referente empírico y consti­tuir una categoría
de análisis relacional referida a un particular dominio de
la realidad social (el Bienestar Social; la Seguridad Social). En
este caso, se trataría de develar la lógica de este
campo teórico relativamente autónomo, el cual
estaría mediado por 1) los límites y
posibilidades del modo de produc­ción,
circulación y consumo de políticas,
específicamente de PS, y 2) la forma y contenido del
sistema hegemónico de que se trate.

Cuán amplios o estrechos sean los conceptos de PS,
lo-social y cuáles sean más adecuados para ciertos
objetivos
científico-políticos, depende de a) la práctica
profesional e investigativa y de los niveles de
abstracción alcanzados por los cientistas comprometidos
con el esfuerzo creador. b) Las prácticas estatales,
públicas y civiles. c) El tipo de conocimientos sobre los
que se estructura la
PS y sus vinculaciones con la naturaleza de la enseñanza de la ciencia social.

IV.
ACOTACIONES PARA UN ENFOQUE TRANSDISCIPLINARIO

Aquí no desarrollaremos el problema ético de si
lo-social y la PS confor­man objetos que conciernen a toda la
ciencia social o si son exclusivos de una sola disciplina,
tal como postula un sector de trabajadores sociales. Sólo
diremos que dicho ámbito, uno y múltiple,
sólo es correcto abordarlo a partir de un enfoque unitario
y transdisciplinario de la ciencia y una perspectiva
sociopolítica.

Sociopolítica porque es en las relaciones de poder
entre actores-sujetos individual-colectivos y la manera de
antagonizar, dominar v convencerse unos a otros en sociedades
concretas, donde encontramos EL PUNTO DE PARTIDA para abordar la
cuestión del modo en que los contenidos y formas de la PS
están matizados por las tendencias dominantes de las
relaciones de fuerza en el conjunto de los momentos
co-constitutivos del sistema hegemónico: el escenario
electoral, el régimen político-económico, la
sociedad civil, la nación y el Estado, analizados desde la
óptica de su dinámica interna (1).

1) Potencialidades del Enfoque Transdisciplinario.

El enfoque que proponemos, nos puede permitir lo
siguiente:

a) plantear la posibilidad de que clases o sectores
subalternos puedan constituirse en fuerza social con capacidad
para elaborar sus propias propuestas de política
alternativa con viabilidad técnica, económica,
cultural e institucional, para construir sus propias variables de
libertad.

b) Ubicar en sus justas dimensiones el consenso y la pugna de
intereses inscritos en la "arena" política implicada en la
PS. Allí los actores con opción de poder dirimen
diferencias específicas, puesto que los antagonismos
fundamentales pueden ser desplazados y resueltos en niveles de
carácter político-estratégico o
geopolítico.

c) Distinguir dos planos referidos, uno, a las dimensiones en
que puede desagregarse lo-social, las cuales pueden responder a
exigencias de carácter más
técnico-político y político-administrativo
del sector de que se trate. Otro, al sistema sociopolítico
como totalidad. Este, visto a través de sus relaciones
significativas con aquél, permite plantear exigencias
más político-estratégicas: las desideratas
de estabilidad y legitimación dentro de los límites
de lo posible. Más allá, la PS podría llegar
a un punto de estrangulamiento o inviabilidad.

2) Preguntas para Buscar Respuestas.

Lo anterior nos permitirá recorrer los umbrales
abiertos por las pregun­tas generadoras del enfoque que
postulamos y cuyas respuestas deben ser encontradas por la
investigación empírica Entre ellas los
siguientes cuatro bloques, cada uno de menor abstracción
que el anterior:

A) ¿Cómo se construye lo real?
¿Cómo se constituyen las relaciones sociales?
¿Cómo se articulan unas con otras?
¿Cuál es el sentido (la dialéctica del
significado, la intencionalidad y la direccionalidad) de las
relaciones de poder? ¿Cómo se constituyen los
actores-sujetos individuales y colectivos? ¿Por qué
los dominados contribuyen con frecuencia a su propia
dominación (2)? ¿Cómo, quiénes y en
relación a qué se define la estructura de las
necesidades sociales? ¿Qué son éstas y
cuál es su teoría
(3)?

b) ¿Cómo se constituye el modo de
producción, circulación y consumo de PS?
¿Cuáles son sus mediaciones con la
planificación, la ciencia y los momentos co-constitutivos
de la sociedad (4)? ¿Sobre qué estatuto
teórico se asienta su estudio? ¿Cuáles son y
cómo se traducen en la PS las múltiples
determinaciones de *) los proyectos políticos nacionales y
sus recomposiciones recientes, *) las imágenes de sociedad
deseable y posible que dan sentido a las luchas por la
hegemonía, la sobrevivencia y la democracia activa (5), *)
los modelos societales con los que se viene deslumbrando a clases
dominan­tes, subalternas y masas de intelectuales
de la periferia capitalista (6)?

c) ¿Cuándo la PS es una estrategia de
contención y mediatización del conflicto
capital-trabajo? ¿Cuándo es una respuesta previa o
no a una coyuntura crítica o una crisis estructural a fin
de estabilizar al régimen desde "arriba"?
¿Cuándo es una vía de recuperación
democrática porque genera participación
tendencialmente autónoma de las clases subalternas?
¿Cuándo es redistributiva del ingreso, de los
medios de producción o del poder? ¿Qué
grupos están interesados en crearle o no viabilidad?
¿Quiénes y en qué momentos la apoyan o
rechazan activa o pasivamente? ¿Los grupos de poder
determinan la posición de los partidos, éstos
determinan la de aquéllos o, por el contrario, su
posición obedece a propuestas suprapartidistas?

d) ¿A qué plano pertenece prioritariamente la PS
de que se trate? ¿Búscase por su medio un nuevo
sistema hegemónico, un reacomodo de clases, la
racionalización del patrón de acumulación o,
simplemente, la del sector de que se trate? ¿En qué
niveles se exacerban los conflictos, en
cuáles el consenso es generalizado? ¿Cómo
sirve o no al fortalecimiento de la legitimidad y
adscripción ciudadana si al mismo tiempo deben
satisfacerse prácticas antagónicas?
¿Cuáles son sus impactos en el modo de vida de las
clases sociales en el modo hacer economía las clases
populares y en el Estado mismo? ¿Cómo decodificar
los sentidos,
significados y valores activados por la PS y cómo
éstos median las articulaciones entre los momen­tos
co-constitutivos de la sociedad? ¿Qué tipo de
relaciones se constituyen, destruyen o institucionalizan y
cuáles son sus costos sicosociales, políticos y
económicos?

3) Hacia una Nueva Conceptuación de PS.

Nuestro enfoque y el hilo conductor de las preguntas
expuestas, nos permite pensar la PS como una compleja
constelación de ámbitos de relacionamiento de
prácticas y saberes políticos económicos,
técnicos, pro­fesionales culturales hegemónicos
y no hegemónicos cotidianos y de sobrevivencia.

Dichos ámbitos, en tanto definen cursos de
acción-no-acción por lo general zigzagueantes,
contradictorios, inestables, discontinuos y con relati­vas
rupturas, permiten el juego de los
poderes: al mismo tiempo que activan y suscitan relaciones de
fuerza, resistencias,
antagonismos y consensos táctico-estratégicos son
producidos y reconducidos por éstos.

Sus permanentes articulaciones y entrechoques, muchas veces
fortuitos, cristalizan en acuerdos tácticos de
regulación de áreas de influencia y modalidades de
intercambio muchas veces prebendario los cuales,
eventual­mente, son institucionalizados por la vía de
los poderes de clases y de Estado. Al ir conformando, ampliando y
diversificando el complejo entramado de los aparatos
públicos y privados del Estado y la sociedad civil, sus
formas, contenidos e impactos se expresan de manera diferente en
los diversos momentos temporales y espaciales de la
práctica social.

Las políticas del Estado, en particular la PS, en tanto
ámbito de específi­cas relaciones, no son
flujos unidireccionales con una sola función.
No son puras, sino plurales, matizadas y mediadas por el
entrecruce con otras políticas y sus desplazamientos las
cuales pueden matizar su especificidad por las controversias que
atraviesan el cuerpo social.

Creemos que es válida para la PS la lógica de
las políticas culturales. Para Capriles (1976)
éstas pueden operar bajo tres modalidades tan imbricadas
entre sí que fácilmente se confunden.
Económicamente, adquieren dos dimensiones
fundamentales: como sistema productivo en sí mismo y como
medio de integración, reactivación y
expansión del mercado nacional y mundial.
Ideológicamente generan valores, actitudes,
estereotipos, mitos y
consenso generalizado con el "statu quo". Al mismo tiempo
permiten, por un lado, desarticular diferencialmente y, por otro,
incorporar selectivamente sectores o fracciones en áreas
consideradas no peligrosas, pero también, excluir grupos
(8) de áreas estratégicas para la estabilidad del
sistema. Políticamente, permiten aumentar el peso
político de las fracciones que luchan por el control del
Estado, con relativa independencia
de si queda estable, disminuye o aumenta la capacidad
organizativa de las clases subalter­nas.

En el mismo sentido anterior las políticas
económicas, si bien realizan inversiones para valorizar el
capital, producen una serie de impactos políti­cos,
culturales y sicosociales de legitimación al permitir
elevar niveles de vida de grupos específicos. No obstante,
pueden tener impactos sociales indeseables tales como: a)
desarraigar poblaciones, b) afectar el equilibrio
ecosistémico y provocar enfermedades y
contaminaciones, y c) arruinar pequeños y medianos
productores de bienes y servicios.

4) Algunos Elementos para el Análisis de PS.

Los efectos de una PS pueden hacerse sentir, si bien por ella
misma, fundamentalmente, por el poder que tengan los actores
sociales involucrados para imprimir, en uno u otro momento del
consenso y el disenso, en uno u otro momento de las decisiones,
sentidos en su propio beneficio o, al menos en la medida en que
se impongan estrategias ajenas a sus intereses, minimizar o
atenuar sus efectos de forma tal que no se vean afectados
totalmente.

Lo anterior por cuanto lo que para algún actor es
adecuado, justo pertinente y beneficioso, para otro es una
intromisión, un desafuero, una injusticia. No se descarta,
en consecuencia, la búsqueda de vías de
compen­sación que los resarzan en el mismo u otro
sentido o ámbito de la PS o de la Política en
general.

Se comprende, entonces, que cada actor con recursos de poder
introduce formas y contenidos específicos en el proceso de
materialización, organización, operación y
producción de resultados de la PS de que se trate, esto no
quiere decir que cada modificación suprima de un tajo lo
existente, sino que, cambiando el énfasis se le imprime a
aquella un sello específico en cada coyuntura y periodo
histórico.

Dicho acento se expresa en a) la dinámica de los
respectivos aparatos del Estado y la sociedad civil a
través de los que se instrumenta la PS, b) la selectividad
de sus funciones,
objetivos y población-meta, c) el tipo de servicios
producidos y las condiciones en que éstos se ofrecen, d)
la capitali­zación de algunos de los impactos, los
cuales pueden ser desviados hacia fracciones, sectores medios o
clases aliadas, diferentes a aquellos en cuyo nombre se realiza
la PS (9).

Es la razón por la que se necesita analizar el proceso
de producción, circulación y consumo de la PS,
develando las posiciones, intereses y prácti­cas de
cada uno de los actores-sujetos involucrados: gobierno,
partidos, sindicatos,
empresarios, cooperativas y
organizaciones
populares. Es decir, descodificando la lógica de sus
discursos y
prácticas, en especial respecto a) al tratamiento que se
le da o debería dar a las necesidades e intereses
populares y no populares. b) al papel que se le asigna o
debería asignársele a la FT, empresarios y
gobernantes.

Asimismo, sistematizando las posiciones articuladas o no, de
los actores y sujetos con capacidad hegemónica.

Reconstruir el proceso generativo y constitutivo mencionado,
exige ca­racterizar la PS de que se trate en su devenir
histórico, cobertura, direccionalidad e implicaciones de
las actividades que se intentan realizar a través de las
diversas instancias de mediación
técnico-político, político-administrativa,
de mando, control y producción de bienes o servicios, las
cuales van cristalizando durante el proceso mismo de la
materialización de la PS.

En regímenes democrático-representativos como
Costa Rica y Venezue­la, este proceso toma formas más
o menos conflictivas. Por su medio las propuestas, tal y como son
concebidas en sus versiones primigenias, son lanzadas al mercado
de intereses para hacerlas sufrir un minucioso y, a veces,
enconado proceso público y legislativo de discusión
y modificación parcial o total en aras, supuestamente, del
mayor consenso posible. Procesa­miento complejo por el cual
cada actor social intenta imprimirle direccionalidad, objetivos,
funciones y procedimientos.

Estos pueden verse resueltos total o parcialmente, en momentos
diferentes y con efectos tan diversos como puede ser el
estrangulamiento de importan­tes áreas de la
producción de bienes o servicios o de la PS misma (10). Al
mismo tiempo, se consolidan redes de micropoderes de corte
electoral, técnico-profesional, administrativo, gremial y
burocratista los cuales, diseminados por el cuerpo social,
atraviesan los circuitos
públicos y privados, intersubjetivos y cotidianos, dentro
de los que se encuentran las esferas nunca totalmente suturadas
de la producción, circulación y consumo de la PS
(para una exploración, Barrantes 1984).

V. EXIGENCIAS
PARA
EL TRABAJO
SOCIAL.

La búsqueda creativa de respuestas a la
problemática expuesta, nos coloca ante retos
éticamente insoslayables:

1) Diferenciar dos niveles que no son excluyentes ni
necesariamente corres­pondientes en todos sus extremos y, por
lo tanto, no reductibles uno al otro:

a) Constituir teóricamente la PS como objeto de estudio
e intervención desde la perspectiva de las necesidades de
las clases populares. b) encontrar legitimidad laboral en
ámbitos no tradicionales y modernización de las
funciones técnico-profesionales en áreas
tradicionales.

Esta dilucidación tiene implicaciones fundamentales
para la práctica teórica y empírica en
relación a la reinvención de A) lo-social como
categoría analítico-relacional. B) la identidad de
cada disciplina en sus relaciones intracientíficas y sus
diversos niveles de abstracción y actuación. C) el
(o los) objeto(s) de estudio e intervención
tendencialmente transformadora. Redefinición que
está implicada en la crítica superadora de los
reduccionismos, apriorismos y dogmatismos imposibles de defensa
lógica y en la innovación de inéditas vías
de entrada a la investigación y análisis de los
fenómenos que nos conciernen.

2) Enfrentar la siguiente problemática: a) la
refundación epistemológica del modo
académico de producción de conocimientos (11); b)
la construcción de una matriz de
categorías analítico-relacionales generales y
específicas; c) la teorización de las
articulaciones sociales, los actores-sujetos y las
necesida­des sociales; d) la constitución de una
ética y
una política de la inserción social, como momentos
co-constitutivos de la ciencia.

      Ello nos permitirá
constituir teóricamente la socialidad-de-lo-social, es
decir, su especificidad, articulada a un discurso no
economicista y no reduccionista. En su defecto, el compromiso,
aún no sistematizado ni teorizado, con la
satisfacción de las necesidades de los grupos populares
(CUO 1985), no representa, en modo alguno, una posibilidad que
asegure la concreción de un programa
científico-político cualitativamente superior al
que se descalifica como tradicional y conservador.

3) Conformar un clima cultural
que potencie la pluralidad y el derecho a la diferencia de
quienes proponen opciones tendencialmente transformadoras. Ello
hace necesario, aunque no suficiente, dar impulso a la
reflexión sobre los siguientes aspectos: a) los
qué, cómo, con quién y hacia dónde
orientar el quehacer de los cientistas sociales,
específicamente los trabajadores sociales. b) Las
múltiples facetas mediante las cuales se ocultan y
suscitan las redes de poder. c) Las dimensiones de la
política, específicamente la PS, que pueden
constituirse en objetos de estudio e intervención
diferencial de la ciencia social y del trabajo social.

Lo anterior, a los fines de A) disponer de referentes
empíricos delimita­dos conceptualmente y adecuados a
las prácticas heterogéneas de los actores-sujetos
populares los cuales podrían conformarse en fuerza social
con opción de poder validar sus propuestas de
política y respecto de las cuales el trabajo investigativo
y la acción profesional adquirirían nuevos
significados, sentidos y legitimidades. B) Acumular y
sistematizar conocimientos sobre experiencias que pueden servir
de base para nuevos trabajos que den cuenta del movimiento y
articulaciones de los procesos estudiados. C) Valorar la
importancia relativa de los diversos niveles de actuación
científico-política-profesional, en sus relaciones
significativas con el Estado de que se trate y con el
específico modo de producción, circulación y
consumo de PS. D) Introducir modalidades investigativas que
innoven mas allá del empirismo,
positivismo,
funcionalismo y estructuralismo marxistas y no marxistas, las
formas de abordaje teórico y práctico de la
problemática que hoy ponemos en escena. E) Elaborar
métodos
que permiten explicar, describir y predecir la dirección y el sentido del movimiento
interno y la especificidad de los fenómenos, relaciones e
impactos que se condensan dinámicamente en la PS. F)
Construir una plataforma conceptual básica en la que se
vean expresados los cientistas sociales y trabajadores
sociales.

NOTAS

(1) Esto no implica apostatar la dialéctica
interioridad-exterioridad, depen­dencia-autonomía
dentro del sistema mundial hegemonizado por el Centro
económica y tecnológicamente dominante.

(2) Esta pregunta no es ilusa ni reaccionaria si pensamos la
problemática de la legitimación y la
manipulación.

(3) Aún sin teoría para responder éstas y
las siguientes preguntas, el proble­ma éTICO debe ser
enfrentado con una racionalidad no formalista-empirista ni
esencialista, sino, con una que asuma la "intuición"
totalizante, el saber de los actores-sujetos, el 'sexto' sentido
político y el sentido común de la justicia.

(4) El Estado, la nación, la sociedad civil, el
régimen político y los escenarios electoral e
internacional.

(5) "La Costa Rica del año 2000", "Las Imágenes
del Desarrollo Social para el Decenio de los '90 en Venezuela"
según los partidos, empresarios, gobiernos y movimientos
sindical, cooperativista, vecinal y eventual proyec­to
popular-democrático autónomo.

(6) Cepalino, socialdemócrata, socialcristiano,
comunista, neoliberal.

(7) Los antagonismos fundamentales pueden ser desplazados y
resueltos en niveles de carácter mas
político-estratégico y, si se quiere,
geopolítico.

(8) Comunistas, sindicatos, disidentes v otros.

(9) El "tapón" de la clase media de Costa Rica
usufructúa con exceso la seguridad social que,
supuestamente, opera para satisfacer necesidades de los estratos
de más bajo ingreso. Los financistas y empresarios de la
construcción se benefician del subsidio de la Ley
Habitacional y los empresa­rios del
transporte se
apropian del bono que el Estado venezolano da a los usuarios de
menor ingreso.

(10) La retórica de la cogestión obrera, la
intervención del Banco de los
Trabajadores. la quiebra de la
medicina
estatal y los avatares del proyecto de
reforma de la Ley del Trabajo en Venezuela. La derrota del
proyecto de creación del Sector de Economía Laboral
y de reforma del Código
de Trabajo, la intervención del Banco Popular, la quiebra
del movimiento comunal y del Programa Comunitario del "Hospital
sin Paredes" en Costa Rica. La insignificancia de la
prevención del delito en ambos
países.

(11) Aludimos al sentido dado por quienes introducen en la
práctica académi­ca y profesional, un discurso
teorizante de incremento de la cientificidad, vgr., en el Trabajo
Social, la Educación y
la
Administración, pero reduciendo sus perfi­les
curriculares a un listado más o menos exhaustivo de
simples características, habilida­des, conocimientos,
aptitudes y capacidades exigidas por el empleador
públi­co y privado. Es necesario superar esta
deficiencia conceptual.

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Autor:

César A. Barrantes A

Consultor Investigador del convenio de asistencia
técnica Instituto Latinoamericano de Investigación
Social y Ministerio de la Familia de
Venezuela. Ex profesor
asociado de la Universidad de Costa Rica. Consultor del PNUD en
el Área de la Economía Popular. Profesor
Investigador de la Universidad Central de Venezuela.

Partes: 1, 2
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